En este momento ponga en su winamp o reproductor de audio favorito: No no song, de Ringo Starr. Si no la tiene es porque es usted irremediablemente un naco.
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"No" es una palabra que merece mención. No quiero decir "no es una palabra que merece mención", sino lo que dije: que la palabra "no" es de una importancia que merece mención aparte.
Para afirmar algo no es imprescindible la palabra "sí", se puede afirmar simplemente enunciando: tengo hambre. Decir "sí tengo hambre" es sólo necesario en el caso de que alguien nos haya preguntado negativamente: "¿no tienes hambre?", pero para simplemente decir algo afirmativamente pues lo decimos y ya. Alguno puede decir que para negar también podemos enunciar de manera sencilla (sin uso del "no"): "esa película me disgustó" (para decir que "esa película no me gustó"), pero el primer caso es también una afirmación: afirmo que tal película me disgustó, pero no niego nada. Para negar hay que decir "no" (algunos nacos lógicos dicen: "no es el caso que..." pero he ahí que la palabra "no" está presente).
"No" tiene una fuerza tremenda. Es una palabra determinante, a veces hasta agresiva, a veces tranquilizadora, pero siempre fuerte. Mientras escribía esto en el Bloc de notas me arrepentí y lo quise cerrar sin guardar porque no me gustó cómo me estaba quedando, me salió el cuadrito:
El texto en el archivo Sin título ha cambiado.
¿Desea guardar los cambios?
Sí-No-Cancelar
No me atreví a dar "No". ¿Justamente estaba hablando de él e iba a darle "No", sin guardar cambios? No.
"No" nos ha dado los peores momentos de nuestras vidas. ¿Me compras esto? No. ¿Quieres andar conmigo? No. ¿... y traes condones? No. Y así al infinito. Sin embargo este texto no es para condenar a los noes. Una vez más es necesario que me apoye en lo que alguien más ha dicho, en este caso, el diccionario; por supuesto, inicia diciendo que "no" es una negación. Pero me agradó esto:
"en sentido interrogativo, para reclamar o pedir una contestación afirmativa. ¿No me obedeces?". Ahí tienen. De la negación surge la afirmación: ¿No me vas a oír? ¿No me vas a dar un beso? ¿No me vas a decir?
Pero esperen, continúa: "también cuando se supone que la respuesta va a ser afirmativa. ¿No ibas a marcharte? Sí, pero cambié de opinión". Así, el "no" se convierte en el instrumento de tortura para obtener lo que queremos oír.
Pero esperen, hay más: "repetido para dar más fuerza a la negación: No, no lo haré. No lo haré, no" (o No-no-no no me pegues papá. No-no-no que ya no lo hago más).
Ésta es buenísima: "como reto para dirigirse a alguien, en sentido de que no podrá o no se atreverá a decir o hacer algo", o sea como:
- A que no te atreves a hacer un doblaje para Madagascar más gacho que el de Los Increíbles...
-¡A que sí!
Recuerden cada vez que han usado esa palabrita preciosa. Recuerden a Juanga, siempre recuerden a Juanga: No tengo nada nada nada nada-queno-queno. Recuerden de hoy en adelante decir: "gracias, no". Gracias, no, por todo lo que nos has dado (y lo que no nos has dado).
Gracias, no.