miércoles, abril 30

ya vine



Compré discos y rockeé al máximo. A ver cuándo tengo tiempo pa' postear.

lunes, abril 21

Adivine la canción

Se despertó con la tonadita. Era cuestión de espabilarse y recobrar la comprensión del mundo que se pierde en los cinco segundos que le siguen al despertar. Como habitando la tierra de nadie que es el silencio entre dos canciones*, abrió los ojos y se encontró en una pesada confusión, en una densa nube que lo mantenía herméticamente separado del mundo. La tierra de nadie que es silencio entre dos canciones y los cinco segundos entre abrir los ojos y el genuino despertar.

Y la tonadita seguía ahí, contundente. Él cobró conciencia de lo que pasaba: era martes, seguramente tarde para ir al trabajo, pero también seguramente podía llegar a tiempo si se levantaba y se bañaba en cinco minutos, dejando el departamento en diez, sin desayunar. Eso no iba a pasar, no mientras la tonadita siguiera ahí. Era algo como ta-ta-tararara-tururu. Casi lograba recordar qué canción era. Apretó los ojos y se cubrió la cara con la almohada. Solo era cuestión de tiempo y repetición, tiempo y repetición, tiempo y repetición, ta-ta-tararara-tururu. Ta-ta-tararara-tururu. Ya habían pasado diez minutos (adiós a la oportunidad de llegar a una hora en la que nadie notaría la tardanza) y él seguía inmovilizado debajo de la almohada.

No recordar nada antes ni después del ta-ta-tararara-tururu le desquiciaba: era peor que la urticaria que le provocaban los ciempiés. Peor que la comezón en un huevo cuando se está en un lugar muy público. Peor que olvidar el nombre de alguien justo cuando se tiene que presentar a alguien más. "Ella es Lucía, mi novia. Él es... Él es bbrbrdrbdr (tos, tos), un amigo de mi papá".

Intentó aplicar montones de métodos. Que si dejas de pensar en eso al rato se te ocurre lo que desesperadamente te preguntabas. Que si intentas evocar una imagen relacionada con la canción es más fácil que tu cerebro asocie la letra. Que si te pones a pensar en otra canción te acuerdas de la que olvidabas, como cuando buscas el pasaporte y encuentras el cortauñas que buscabas hace un mes. Que cuando uno busca nunca encuentra, y cuando encuentra pues ya pa qué.

Hacía una hora y media que debía estar en el trabajo y su cuerpo respondía cada vez menos. Era como si se hubiera entrado en paro indefinido hasta que el cerebro o lo que fuera recordara a qué canción pertenecía la tonadita. De repente un flashazo (¡auditivo!) afortunado: la voz que cantaba ta-ta-tararara-tururu era la de un niño pequeño. Era el tarareo de un niño. Decidió hacer una lista de todas las canciones en las que recordaba que una voz así (o parecida) intervenía. Labor más estúpida. Podía recorrer toda su colección de discos y no dar con la tonada. No era Bigmouth Strikes Again. No era The Continuing Story Of Bungalow Bill. No era By Your Side.

Esto comenzaba a desesperarle. Las rodillas se movían mínima, pero constantemente y de vez en cuando se descubría a sí mismo tallando sus dientes y haciéndolos rechinar. Tomó su celular y comenzó a hacer llamadas que a cualquier descontextualizado podían parecer absurdas: "¿Te acuerdas de una que va ta-ta-tararara-tururu? Canta un niño, pero no puedo ubicar lo demás... Ja, ja, sí... Okay, estás en el trabajo, sí, cómo se me ocurre. Adiós". Y así, treinta veces. Imposible tomarlo en serio.

La gente comenzó a preguntarse qué pasaba dentro de su departamento. Día y noche durante semanas la música se dejó oír desde las bocinas de su computadora. No dejaba ninguna canción completa. No respondía llamadas. No atendía a los toquidos en la puerta. Pero la tonadita no se iba.

Un mes pasó antes de que se acabaran las latas de crema de zanahoria, espárragos, hongos. Después le bastaba con comer cereal. Después sintió un cariño especial por el té. Después el agua estaba bien. Hasta que una segunda señal mitigó su angustia: una flauta que le recordaba una tarde soleada sobre pasto muy verde. Pero la breve suspensión de la angustia se convirtió en ira desbordada: recordar eso no le era suficiente, aún más, era inservible y repugnante. Salió, sonriendo a todo el que se encontraba en la calle, pensando que cada ser humano representaba la posibilidad de descubrir lo que a él se le escapaba, lo que a él le destrozaba amargamente.

Su vida se había consumido. Pasaba las noches merodeando calles solitarias y recogiendo comida de donde se pudiera recoger comida. Algunas personas intentaban acercarse creyendo leer en él a un lejano conocido, pero lo único que obtenían de él eran balbuceos sobre una flauta y lo que parecía una indescifrable canción.

Y fue un extraño día que una mujer decidió escucharlo, más por compasión que por interés. Comprendió la angustia del hombre aunque no intentó entender los motivos. Mirando al andrajoso a los ojos se llevó un dedo a la boca, la cual recorrió en un movimiento horizontal al tiempo que murmuraba "Silencio".

Adivine la canción.

lunes, abril 14

Dormí tantas horas ayer, domingo, que sigo como la fresca mañana, hoy, lunes

Uff, cuántas comas en el título, pero creo que todas son necesarias.

Esta ha sido una noche complicada y parece que no va a cambiar su status. Status debería escribirse "estatus", por coherencia con "estándar", pues qué es eso, o somos o no somos. En fin, la noche no cambiará su estatus ni su status.

Mi hermano y mi cuñada tendrán otro hijo, es una buena noticia. Ya suman cuatro los nietos de mi mamá, por supuesto, ninguno mío. Estaría bien que fuera niña.

Qué hueva me doy, llevo semanas sin un post serio. Prrt.

jueves, abril 10


domingo, abril 6

Cada día es silencioso y gris

Adivine la canción.

martes, abril 1

Bryce Dessner

Y ese día que entrevisté al guitarrista de The National descubrí que es increíble que un extranjero se tome la molestia de pronunciar los nombres de las ciudades y del país que visita como debe ser. Oaxaca, MéJJJJico -no mécsico-, San Cristobal. Y como todo esto no voy a poder ponerlo en la entrevista -¿o podría?-, debo decir que Bryce Dressner está cabrón. Tanta humildad, inteligencia y amabilidad no pueden caber en un solo ser humano. Por eso hay dos como él, ja.



La foto es de Jardón, faltaba más.