A veces me caigo bien gorda. No me gusta verme en el espejo, no me gusta leer lo que escribo, no me gusta pensar en lo que soy. Recuerdo con desgana muchos de los episodios más vergonzosos; la vez que intenté bailar en la prepa, el día que le aventé la chela al wei en la fiesta, el día que me eché a correr por las calles de Copilco toda borracha y sin entender nada. Y me digo NO MAMES, más patética imposible. También recuerdo los episodios del paraguas quese voltea con el aire haciéndome lucir de lo más pendeja. Releo los primeros ensayos de la carrera y siento pena no-ajena. Pienso en las cartas que le entregué a los tipos que me gustaban en primaria y secundaria, que nunca me hicieron caso y no puedo creer que las escribí. Veo las fotos de mi infancia y lamento mi ñoñez y patetismo. Miro el espejo y me siento gorda, analizo de cerca mi nariz y me vienen a la mente los apodos de la secundaria. Me sale un grano en la frente justo cuando me saco la foto para la credencial del gimnasio; cada que la paso por el torniquete para entrar, mi cara aparece en la pantalla... con el punto rojo. Veo a una tipa buenísima desnudarse sin pudor en los vestidores y me da envidia. En la facultad me siento incómoda, ajena, fuera de lugar siempre. Pierdo demasiado tiempo en internet y llego a las clases tarde, o no llego. Luego en el blog me dicen que estoy bien pendeja o bien fea. Y con todo, hay veces que me caigo poca madre.
Me despierto y pienso que no podría estar mejor de lo que estoy. Veo mi iTUNES y digo no mames qué buen gusto tienes. Pongo música fiestera y el día se alegra. Veo mi cuerpo en el espejo y siento que tiene su encanto. Veo mi cara y amo mi sonrisa. Oigo lo que digo y me sorprende mi hilaridad. Me siento bien buena onda. Me cuento los mejores chistes. Pienso las cosas más profundas, doy los mejores consejos. Canto increíble en el baño, pronuncio como nunca el inglés y el alemán. Escribo los mejores posts. Comento de la manera más original en todos los blogs. Me veo más guapa que nunca. Recuerdo más sueños que en mis mejores tiempos de fortaleza onírica. Me río de los problemas y preocupaciones del pasado y tengo ingeniosos y perfectos planes para el futuro. Soy inteligente, leo libros complicados. Las personas alrededor me encuentra simpática y hasta atrayente.
A veces creo que le caigo mal a la gente porque no me conoce. Porque se forma ideas de mí que son poco coherentes con lo que de hecho soy. A veces creo que todo tiene que ver con el modo en el que percibo/perciben todo. A lo mejor hay momentos en los que siento que soy casi divina y los demás están esperando el momento en el que me calle el hocico y desaparezca. A lo mejor creo que me veo terrible y gorda y los demás creen que gozo al máximo.
Y a fin de cuentas, ni cómo saber. Algunos me creen pretenciosa. Otros envidiosa. Otros maravillosa. Otros inclusive. Otros creen que soy el peor ser humano y no quieren volverme a ver en sus vidas. Alguien quiere tenerme cerca para siempre. Y total que todo es cosa de percepción.
A mucha gente le caigo mal, pero en serio, soy buena onda. O eso siento yo.
Me despierto y pienso que no podría estar mejor de lo que estoy. Veo mi iTUNES y digo no mames qué buen gusto tienes. Pongo música fiestera y el día se alegra. Veo mi cuerpo en el espejo y siento que tiene su encanto. Veo mi cara y amo mi sonrisa. Oigo lo que digo y me sorprende mi hilaridad. Me siento bien buena onda. Me cuento los mejores chistes. Pienso las cosas más profundas, doy los mejores consejos. Canto increíble en el baño, pronuncio como nunca el inglés y el alemán. Escribo los mejores posts. Comento de la manera más original en todos los blogs. Me veo más guapa que nunca. Recuerdo más sueños que en mis mejores tiempos de fortaleza onírica. Me río de los problemas y preocupaciones del pasado y tengo ingeniosos y perfectos planes para el futuro. Soy inteligente, leo libros complicados. Las personas alrededor me encuentra simpática y hasta atrayente.
A veces creo que le caigo mal a la gente porque no me conoce. Porque se forma ideas de mí que son poco coherentes con lo que de hecho soy. A veces creo que todo tiene que ver con el modo en el que percibo/perciben todo. A lo mejor hay momentos en los que siento que soy casi divina y los demás están esperando el momento en el que me calle el hocico y desaparezca. A lo mejor creo que me veo terrible y gorda y los demás creen que gozo al máximo.
Y a fin de cuentas, ni cómo saber. Algunos me creen pretenciosa. Otros envidiosa. Otros maravillosa. Otros inclusive. Otros creen que soy el peor ser humano y no quieren volverme a ver en sus vidas. Alguien quiere tenerme cerca para siempre. Y total que todo es cosa de percepción.
A mucha gente le caigo mal, pero en serio, soy buena onda. O eso siento yo.