En 21 (casi 22) años he habitado ocho lugares. Casi siempre departamentos. Los primeros años de mi vida los pasé en La Villa, yendo de un lado a otro sin realmente sentir arraigo por ningún lugar.
Después viví en el Estado de México, por Villa de las Flores. Finalmente llegamos a Tlatelolco. Aquí parecía que íbamos a establecernos, pero lo cierto es que ya nos hemos cambiado tres veces de sección. Envidio a la gente que ha pasado toda su vida en un lugar. Que mantiene contacto con sus amigos de la infancia, que tiene recuerdos de diferentes épocas pero en un mismo lugar. Yo no salía a jugar con otros niños porque nunca conocía a nadie y cuando empezaba a familiarizarme con alguna vecinita, el momento de la mudanza llegaba una vez más.
Total que a veces me dan ganas de sentir nostalgia, pero no puedo porque apenas recuerdo detalles de las casas en las que he vivido. En una (que estaba por Oceanía, lejos) tuve una perrita que murió muy rápido. En otra me enamoré de un tipo llamado Juan (¿quién se enamora de alguien llamado "juan"?). En otra vivimos con una tía que estaba loca y tenía muchos ratones en su cuarto. En el primer departamento en Tlatelolco pasamos un diciembre sin muebles ni luz, con mucho frío pero también muy felices. La primera casa que habité tenía una sala roja con una mesa de centro horrible, donde mis hermanos pasaban horas jugando ajedrez. Yo nunca aprendí, pero me gustaba acercarme y preguntarles quién iba ganando, para que me zapearan y me dijeran que no había marcador. Lo escrito aquí no se diferencia mucho de lo escrito acá, pero no me importa repetirme a mí misma.
Abajo Héctor, mi hermano, y Sof, su hermana. Hoy su hijo está más grande que yo en esta foto. Mi otro hermano está detrás de la cámara.
Después viví en el Estado de México, por Villa de las Flores. Finalmente llegamos a Tlatelolco. Aquí parecía que íbamos a establecernos, pero lo cierto es que ya nos hemos cambiado tres veces de sección. Envidio a la gente que ha pasado toda su vida en un lugar. Que mantiene contacto con sus amigos de la infancia, que tiene recuerdos de diferentes épocas pero en un mismo lugar. Yo no salía a jugar con otros niños porque nunca conocía a nadie y cuando empezaba a familiarizarme con alguna vecinita, el momento de la mudanza llegaba una vez más.
Total que a veces me dan ganas de sentir nostalgia, pero no puedo porque apenas recuerdo detalles de las casas en las que he vivido. En una (que estaba por Oceanía, lejos) tuve una perrita que murió muy rápido. En otra me enamoré de un tipo llamado Juan (¿quién se enamora de alguien llamado "juan"?). En otra vivimos con una tía que estaba loca y tenía muchos ratones en su cuarto. En el primer departamento en Tlatelolco pasamos un diciembre sin muebles ni luz, con mucho frío pero también muy felices. La primera casa que habité tenía una sala roja con una mesa de centro horrible, donde mis hermanos pasaban horas jugando ajedrez. Yo nunca aprendí, pero me gustaba acercarme y preguntarles quién iba ganando, para que me zapearan y me dijeran que no había marcador. Lo escrito aquí no se diferencia mucho de lo escrito acá, pero no me importa repetirme a mí misma.
Abajo Héctor, mi hermano, y Sof, su hermana. Hoy su hijo está más grande que yo en esta foto. Mi otro hermano está detrás de la cámara.
Cuando el concepto "hogar" se movía de un lado a otro y realmente no cobraba un significado concreto, yo me contentaba con estar donde estuvieran mis hermanos. Ellos me hacían sentir más segura de lo que jamás estaré entre cuatro paredes de un increíblemente indestructible concreto.
*difícilmente la canción tendrá que ver con el título y epígrafe de este post, pero usted bájela y llore, solloce y goce.
*difícilmente la canción tendrá que ver con el título y epígrafe de este post, pero usted bájela y llore, solloce y goce.