Me vi derrotada por un gran rival en el Mario Kart y no aguanté vara. Me enojé, hice berrinche, aventé los controles, me volví loca. La verdad es que me caga perder. Sin embargo hoy, aquí, reconozco su talento para jugar con el koopa y el honguito "toad". Eres un buen jugador, pero todavía me cuesta trabajo el fair play.
lunes, octubre 30
El próximo viernes expongo, supongo
Me vi derrotada por un gran rival en el Mario Kart y no aguanté vara. Me enojé, hice berrinche, aventé los controles, me volví loca. La verdad es que me caga perder. Sin embargo hoy, aquí, reconozco su talento para jugar con el koopa y el honguito "toad". Eres un buen jugador, pero todavía me cuesta trabajo el fair play.
jueves, octubre 26
martes, octubre 24
Hoy me quedé dormida en el metro
Siempre he creído que sería ideal un sistema de anuncios de abandono de estación. Así, uno está jetón, pero su letrero dice:
- Además cumpliría otra función: la de saber cuando alguien va a bajarse y dejar un lugar desocupado. Nada de pararse como estúpido en un lado del vagón en el que nadie se va a parar nunca mientras del otro lado el asiento ya cambió cuatro mil veces de dueño.
domingo, octubre 22
Lo siniestro
Hay ciertas cosas que no podemos ver ni oír y sin embargo están presentes. Siempre hay un fuera de campo, incluso en la imagen más cerrada. Todo encuadre determina un fuera de campo y a su vez éste designa lo que existe en otra parte; o bien, una presencia inquietante, de la que ni siquiera puede decirse que existe, sino más bien que
jueves, octubre 19
Cuando uno tiene mucha tarea uno no abandona el blog. Uno postea la tarea.
Debería bastar con jurar que se entendió todo y se aprendió muy bien.
Ok, ya cayeron los reclamos, nooo que "qué pinche proyecto chafa..." y no sé qué.
en el próximo post: todo sobre lo siniestro en Freud, el fuera de cuadro en Deleuze y cosas más bonitas. No se lo pierda.
martes, octubre 17
Epidemia de tristeza en la ciudad
Y es que no hablamos de la tristeza esa que inunda los sentidos y no deja pensar en nada más. Es más bien una pequeña incomodidad. Se puede hacer cantidad de cosas: escuchar música, comer una sopa maruchan, diseñar un currículum. Pero el sentimiento incómodo subyace en todo lo que hacemos. A veces pasan cosas que nos hacen olvidar momentáneamente la epidemia. Eventos afortunados: encuentros casuales, conversaciones escritas, alguna llamada, consejos que siempre se agradecen. Y después, basta un momento de soledad, basta mirarse en el espejo para ver la moribundez que somos. Basta recordar y casi sentir arrepentimiento, pero no llegar a ese estadio. La tristeza no es suficiente.
¿Cómo diferenciar el grado de nostalgia más alto que se puede alcanzar si en alguna medida (a veces más alta, a veces baja) siempre me ha compañado una nieblita inseparable? Una nubecita negra, un dolor que se permea por todo simulacro de felicidad. Azote.
Todo me da tristeza. La canción de James, el celular que no suena. Y a fin de cuentas qué. No porque haya breves paréntesis que hacen llevadera la vida se debe creer que eso es para siempre.
No cerraré con una gran y sublime cita. No invitaré a una depresión general. No, porque ya ni yo me la creo. Mejor dormir y esperar que la vida se resuelva sola.
lunes, octubre 16
A todo mundo le pasa
viernes, octubre 13
Disertación sobre los baños de la facultad de filosofía
Total que ya mero termino la carrera y creo que me la he pasado valiendo verga. Entonces considero importante hablar de aquel conocimiento relegado y olvidado: el que emana de los baños. Mi legado a la humanidad (y a las humanidades) es el siguiente reporte:
miércoles, octubre 11
Actualización menos vergonzosa
miércoles, octubre 4
post de esos medio serios que habla de este particular momento de mi vida
Dicen que se me ha visto por los pasillos de la facultad deambulando triste y cabizbaja. Y no lo niego. Son pocas las personas cuya compañía disfruto enteramente, por eso en general prefiero la soledad. Le contaba de esto a alguien anoche, alguien a quien sólo conozco por blog y MSN. Decía él que no muestro eso en "Gracias, no", que no se hubiera imaginado que yo soy así. Pero lo cierto es que mi vida es una constante cadena de abandonos. ¿Fatalizo? Hago un recuento; mis mejores amigas en la primaria, Elisa y Sinaí. Las vi o hablé con ellas por última vez hace más de cinco años, la verdad es que en algún punto el hablar por teléfono con ellas me parecía tedioso y aburrido. Secundaria 24: Laura Altamirano. Era muy fan de los Rolling Stones. Nos la pasábamos en su casa oyendo discos y viendo la tele. Cuando me cambié de secundaria ella se cambió de casa y ya nunca supe nada de ella. Secundaria 106: Hilda y Maribel. Escuchaban puro rock en español, por ellas conozco hoy Fobia, Caifanes, Soda, esas cosas. Cuando entré a la prepa dejé de tener contacto con ellas. Maribel me hablaba por teléfono casi cada semana. Yo inventaba excusas tontas como tengo que sacar a pasear al perro tengo tarea mi mamá va a usar el teléfono. Finalmente dejó de buscarme. Prepa 9: Lola e Ivonne. Eran niñas guapotas y babosas. Las tres éramos bien babosas y nos la pasábamos bien chido haciendo babosadas. Yo era muy envidiosa y poco a poco envenené nuestras relaciones. Todavía en el segundo año de la carrera seguíamos viéndonos, pero yo siempre con mis chaquetas mentales de superioridad intelectual y otras pendejadas por el estilo logré alejarlas de mí y en todo lo que va de este año no he tenido ninguna información sobre ellas.
¿Abandono a la gente o hago que me abandone? Me estoy clavando demasiado en la textura. El asunto es que últimamente se me ve sola en la facultad, pero si por mí fuera, ni siquiera se me vería ahí. Voy porque tengo que ir. Estoy sola porque muchas veces es más conveniente que fingir que uno se la está pasando bien o que le interesa lo que otra persona diga (sal dixit).