Educación básica, se le llama. Seis años de primaria, tres de secundaria. La escuela en la que yo iba era diurna, aquí dentro de Tlatelolco. Tenía esta maestra de Orientación Educativa o algo así; hace poco la volví a ver cerca de la facultad de Psicología en CU. Me sigue pareciendo igual de lela y desesperantemente despistada. Se supone que impartía una materia para "orientar", para señalar algún camino, de modo que no nos dejáramos malear por los compañeritos desmadrosos, que ya andaban fumando y cogiendo cuando uno con dificultad empezaba a pensar que la vida podía ser como en Dawson's Creek.
Así, un día se le ocurrió que era una buena idea hablarnos sobre el aborto. Que el aborto esto, que el aborto lo otro. A nadie le interesaba realmente. Entonces recurrió al apoyo audiovisual; una película en la que actúa CHER, pero no sólo eso, también dirige: If these walls could talk. Un esperpento despreciable que explica que si abortas o estás a favor del aborto te vas a morir desangrada o te van a matar por andar apoyando cosas satánicas. Sin embargo, algo me pareció atractivo: la película narraba lo que le pasaba a tres diferentes mujeres en una casa, en diferentes momentos de la historia de la misma. O sea, como si las paredes pudieran hablar y fueran ellas las que contaran lo sucedido.
Afortunadamente, hubo un hombre que llevó a cabo más correcta y dignamente su obra de arte contando lo sucedido en un edificio de la calle Simon-Crubellier, en París. El libro tiene que ver con rompecabezas en dos diferentes niveles; la historia gira alrededor de un hombre tan rico y tan ocioso y con tanto tiempo libre y tan pero tan rico que no tiene ni idea de en qué emplear su vida. Decide algo complejo pero fácilmente realizable para él:
1. Aprender a pintar acuarelas, especialmente marinas.
2. Pintar durante veinte años una acuarela por puerto, tardándose dos semanas entre acuarela y acuarela, viajando de un lado a otro del mundo.
3. Enviarlas a un amigo suyo en París para que las convierta en rompecabezas.
4. Al cabo de los veinte años regresar a su casa para armar las acuarelas hechas cachitos con forma de crucecita o de monito.
5. Al haberlas armado, viajar a cada puerto que las inspiró y destruirlas ahí, completando un ciclo siniestro de inexistencia.Ahora podría usted sentirse enfadado porque le estoy contando lo mero bueno. Pero no tiene una idea. Le decía antes que el libro tiene que ver con rompecabezas en dos niveles; uno es por la historia central y otro es porque el texto mismo en sus 600 páginas es un gigantesco rompecabezas. La historia que le sinteticé líneas arriba es una breve muestra de una de las muchísimas vidas que se desarrollan en Simon-Crubellier, cada una contada con singulares detalles, tomando siempre como punto de partida una de las habitaciones del edificio, una pintura colgada en alguna pared o el recuerdo de algún antiguo habitante. Queda en uno armar el puzzle. Queda en uno recordar y no caer en las trampas puestas por el autor. Queda en uno tener la sagacidad suficiente para hilar las largas descripciones de los departamentos con las precisas historias detrás de los habitantes. Queda en uno desarrollar las instrucciones de uso. A esto sí llamo orientación educativa.
Y si un día mis paredes han de contar lo que he vivido, por favor, que no haga Cher de mi departamento una película, que regrese George Perec, que reescriba La vida instrucciones de uso, que este post sirva de aliciente para la lectura del libro que fascinó por igual a Paul Auster y a Italo Calvino; para la lectura del libro que contiene citas "robadas" pero muy bien "camuflajeadas" de Borges, Verne, Kafka, Freud, entre muchos otros.
Lo cierto es que me dan ganas contarles las increíbles pequeñas historias que contiene el monumental libro, pero yo quién soy. Nada más que decir.
Así, un día se le ocurrió que era una buena idea hablarnos sobre el aborto. Que el aborto esto, que el aborto lo otro. A nadie le interesaba realmente. Entonces recurrió al apoyo audiovisual; una película en la que actúa CHER, pero no sólo eso, también dirige: If these walls could talk. Un esperpento despreciable que explica que si abortas o estás a favor del aborto te vas a morir desangrada o te van a matar por andar apoyando cosas satánicas. Sin embargo, algo me pareció atractivo: la película narraba lo que le pasaba a tres diferentes mujeres en una casa, en diferentes momentos de la historia de la misma. O sea, como si las paredes pudieran hablar y fueran ellas las que contaran lo sucedido.
Afortunadamente, hubo un hombre que llevó a cabo más correcta y dignamente su obra de arte contando lo sucedido en un edificio de la calle Simon-Crubellier, en París. El libro tiene que ver con rompecabezas en dos diferentes niveles; la historia gira alrededor de un hombre tan rico y tan ocioso y con tanto tiempo libre y tan pero tan rico que no tiene ni idea de en qué emplear su vida. Decide algo complejo pero fácilmente realizable para él:
1. Aprender a pintar acuarelas, especialmente marinas.
2. Pintar durante veinte años una acuarela por puerto, tardándose dos semanas entre acuarela y acuarela, viajando de un lado a otro del mundo.
3. Enviarlas a un amigo suyo en París para que las convierta en rompecabezas.
4. Al cabo de los veinte años regresar a su casa para armar las acuarelas hechas cachitos con forma de crucecita o de monito.
5. Al haberlas armado, viajar a cada puerto que las inspiró y destruirlas ahí, completando un ciclo siniestro de inexistencia.Ahora podría usted sentirse enfadado porque le estoy contando lo mero bueno. Pero no tiene una idea. Le decía antes que el libro tiene que ver con rompecabezas en dos niveles; uno es por la historia central y otro es porque el texto mismo en sus 600 páginas es un gigantesco rompecabezas. La historia que le sinteticé líneas arriba es una breve muestra de una de las muchísimas vidas que se desarrollan en Simon-Crubellier, cada una contada con singulares detalles, tomando siempre como punto de partida una de las habitaciones del edificio, una pintura colgada en alguna pared o el recuerdo de algún antiguo habitante. Queda en uno armar el puzzle. Queda en uno recordar y no caer en las trampas puestas por el autor. Queda en uno tener la sagacidad suficiente para hilar las largas descripciones de los departamentos con las precisas historias detrás de los habitantes. Queda en uno desarrollar las instrucciones de uso. A esto sí llamo orientación educativa.
Y si un día mis paredes han de contar lo que he vivido, por favor, que no haga Cher de mi departamento una película, que regrese George Perec, que reescriba La vida instrucciones de uso, que este post sirva de aliciente para la lectura del libro que fascinó por igual a Paul Auster y a Italo Calvino; para la lectura del libro que contiene citas "robadas" pero muy bien "camuflajeadas" de Borges, Verne, Kafka, Freud, entre muchos otros.
Lo cierto es que me dan ganas contarles las increíbles pequeñas historias que contiene el monumental libro, pero yo quién soy. Nada más que decir.
"De todo ello se deduce lo que, sin duda, constituye la verdad última del puzzle: a pesar de las apariencias, no se trata de un juego solitario: cada gesto que hace el jugador de puzzle ha sido hecho antes por el creador del mismo; cada pieza que coge y vuelve a coger, que examina, que acaricia, cada combinación que prueba y vuelve a probar de nuevo, cada tanteo, cada intuición, cada esperanza, cada desilusión han sido decididos, calculados, estudiados por el otro".