Nostalgia del futuro

(increíble que ya haya pasado un mes)

Gracias Gabriel, Niche y Mario por su participación involuntaria en este post.

Junto a mi cuarto está otro cuarto. Lo deben de compartir dos o tres niños de entre cinco y doce años. Patean la pared cuando le subo mucho a la música a estas horas de la madrugada. Patean la pared y escucho sus risitas. A veces yo también pateo la mía, pero yo me pongo una bolsa en el tennis. Ahí se nota cuán no-niña soy, me preocupa manchar la pared. A veces, cuando me echan a perder una buena canción con sus patadas y juegos, pongo alguna canción ponchada, le subo y volteo las bocinas contra la pared. Las vocecitas se detienen y yo me siento estúpida por molestar chamaquitos.

En otras ocasiones llega la mamá y los regaña por estar haciendo ruido. Es una mujer malhablada y de malos modos. Tiene un bebé, a veces lo oigo llorar. Le grita cosas feas y lo hace llorar más. Me parece una actitud estúpida. Odio que las mamás traten mal a sus hijos. También me fastidia que un niño venga preguntándole algo a sus papás en el metro o en el microbús y no le hagan caso. A veces son preguntas cuyas respuestas conozco. Me aguanto las ganas de contestarle y volteo a otro lado.

Tengo tres sobrinos. Mis hermanos jamás le pegan a sus hijos, jamás les hablan mal. Son buenos niños. A uno de ellos le enseñé a hablar y caminar, vivió un año conmigo. Su primer año. Una de sus primeras palabras fue 'agua'. Otra fue 'mira'. Otra fue 'mío'. Otra fue 'puto'. Quién sabe de dónde la sacó. Nada más un día que estaba de malas le dijo a su papá "vete, puto". Hoy ya sabe escribir y leer y está a punto de entrar a la primaria. Me acuerdo que cuando tenía como dos años le gustaba escuchar Cero y Uno de Café Tacvba. Le encantaba el video de la canción de Travis Coming Around. Decía que era la canción del huevo. Ponme la canción del huevo.

Pero la cosa es que son los hijos de mis hermanos. Los quiero, claro. Los adoro. Pero mentiría si dijera que pues. La cosa es que. O sea. No es igual. ¿Creen en esa cosa del instinto maternal? Niche, ¿te acuerdas de ese post que hiciste hace muuucho, que decía algo como que a veces te daban ganas de tener a un bebé entre tus brazos? Tengo una sensación similar. Y en mi mente sólo están las palabras que leí de un amigo querido, y que voy a tener que robarme hoy (es por una buena causa, chato): "Cuando eso pasa, que un hombre y una mujer dejan de amarse, es bien triste y un niño imaginario desaparece..."

Me duele lo que nunca pasará. Me duele lo que se evapora. Me duele pensar en el niño desaparecido al que no le leeré cuentos y al que no le enseñaré a ser una buena persona. Es lo que da más tristeza de los planes que se rompen: se consumen en su calidad de oportunidad, de chance. A fin de cuentas la posibilidad es sólo posibilidad. A lo mejor de tanto pensarla se desgasta.

Así que si usted ha estado notando un déficit de calidad en este blog, ahí tiene su respuesta; tengo el corazón roto y la nostalgia del futuro a tope. Habiendo dicho más de lo que debía decir y con los ojos ya casi cerrados, me voy. Joaquín Blanco, hable usted:

El amor se nos acabó antes de tiempo, como el dinero; eso nos pasa por despilfarrados.