Las manos se congelan cuando uno intenta escribir de madrugada. Estoy considerando seriamente comprar un calentador (en casa de
eltata sirve muy bien uno que tienen en el baño: se conecta antes de encuerarse para el regaderazo y así no se siente el aire frío por la mañana). También
Eri me contó algo que suena atractivo: Tener un calentador con control remoto te permite despertar cinco minutos antes y calentar el cuarto. Para cuando ya es hora de levantarte no sientes el putazo directo con la fría realidad, sino que un calorcito agradable te rodea aunque te quites las cobijas. Eso es lo que más me dificulta la levantada en estos días: El frío.
Tenía ya casi un año sin enfermarme y tómala: caí. Todo mundo se anda enfermando y siento que esto es como una pequeña derrota vulgar. Me enfermé, como muchos. Por lo menos nunca he usado Crocs.
El frío no impidió que me desvelara viendo una película que recibe mi famosa enhorabuena de pulgar sofgomery burns:
Frontier(s). Tuve que pedirle a una francoparlante que me dijera cómo se pronuncia, para no andar de naca promocionándola sin saber cómo se llama.
Interrumpo el párrafo anterior para contar cómo me sorprendió mi sobrino en el 2001 ó 2. Yo creo que ni Frege podría haberme dejado tan perpleja. Un día llevé a una amiga a la casa (él tendría como un año y medio, ella no sé) y Eduardo se acercó y le preguntó: "¿Cómo se llama tu nombre?". En primera instancia parece un simple error en el planteamiento de la pregunta, pero fácilmente podría convertirse en un problema de filosofía del lenguaje. En realidad nombramos todo lo que podemos. ¿Por qué no nombrar un nombre? Por qué no decir: El nombre de ese niño es Eduardo, pero el nombre de Eduardo es-- Esto es ocioso.
Frontier(s). Últimamente he gastado lo que se dice mucho en películas. Eso es porque paso casi todo mi tiempo libre con un hombre que ama el cine. Cinéfilo es una palabra fea, él ama el cine. Es la única persona que conozco que jamás se duerme en una película por más cansado que esté o por más pinche que sea (la película). Me cae bien la gente que puede ver películas durante todo el día, solo interrumpidas por una serie de actividades vitales para el ser humano. Actividades varias.
Pero
Frontier(s) la vi sola, como debe verse una película de terror. No sé qué decir que no arruine la trama para todos ustedes. La violencia puede llegar a parecer excesiva, pero no es nada que no suceda en realidad, a unos pasos de su colonia, o en su colonia, o en su país. La tortura es, el racismo es, la ira es, el amor materno es, el descontento político es, el sadismo es, la traición y la falsedad son;
Frontier(s) simplemente (y no simplemente) escupe en nuestros rostros que la sangre es roja, que el dolor es humano y que la represión no cesa. La verdad es que la realidad no me gusta y que soy una gallina porque yo prefiero la ficción. Es como cuando Bart no quiere cortar el césped (césped: una de esas horrendas palabras que el doblaje mexicano nos ha heredado con los años, como "trasero", entre muchas otras palabras correctas pero inusuales-ahora usuales) y cuando llegan a la feria solamente quiere ir al simulador de cortar césped. Veo películas, pero no leo los diarios (otra palabra de doblaje mexicano).
Y aparte de todo, les pongo una foto morbosa. Por qué no.
También quería escribir sobre el regocijo que fue ver
Death Proof (maravilla de maravillas), pero me congelo. Seguramente hablaré de eso en otro post. Por ahora siento los dedos entumidos. Fue un sábado largo, además me espera otra buena película.
También en el siguiente capítulo (prometo que no dejaré pasar SEMANAS), hablaré de mi primera entrevista internacional exitosa (ahora no se me olvidó prender la grabadora y afortunadamente los entrevistados eran muy amables): The Hives. Gracias,
melcocha por hacerlo posible. Cuando era joven, hace unos seis años, hubiera matado por conocerlos en persona. Hoy sigo pensando que el
Veni Vidi Vicious es un disco maravilloso, pero ni siquiera me dieron ganas de ir a verlos al Palacio.
Hasta aquí llego. Pienso dormir 12 horas. Quiero soñar.