Como cuando me pongo frente a una hoja en blanco y no tengo nada que decir, cuando veo que la última actualización de mi diario-diario data de hace dos meses, cuando me doy cuenta de que este año he leído dos libros. También cuando noto que no puedo leer más de diez páginas seguidas y la mayoría de la música que antes me gustaba ahora me da hueva. No puedo escribir en los blogs como hacía antes de tener un trabajo tan demandante. A todo esto le sigue un largo etcétera.
Y sin embargo, da gustito saber que no estoy muerta. Lo sé cuando veo películas que me conmueven hasta las lágrimas y cuando escucho canciones que hacen vibrar algo que no puedo localizar fisiológicamente. Esta semana fue particularmente buena en ese sentido. Comencé a leer
The Book of Illusions, y confirmé mi presencia en las amplias filas del ejército de gente que gusta de leer libros de Paul Auster. No puedo evitarlo, me gusta Paul Auster. Mi libro favorito es de Paul Auster. Creo que es un gran escritor, Paul Auster. Sin importar su popularidad y relativa simpleza de su retórica. También tiene una hija muy guapa Paul Auster.
Comencé la lectura de
The Book of Illusions, y vaya que fue una buena decisión. No puedo leerlo en un solo día porque usualmente estoy perdiendo demasiado tiempo en pendejadas como trabajar y el internet. Y sin embargo, lo que se plantea en las primeras páginas me deja fría y me hace pensar que soy afortunada. Se trata de un wei que pierde a su esposa y a sus dos hijos en un accidente de avión. La sola idea de perder a tu familia entera me angustia y malviaja.
Primer acontecimiento que me hizo darme cuenta de que no estoy muerta:
The Book of Illusions.
El último cuarto del año viene con noticias afortunadas: Black Rebel Motorcycle Club, The Flaming Lips, James, Travis, Oasis. No solo eso, nuevos discos de The Decemberists, TV on the Radio y The Dears. ¿Qué más puedo pedir? Ha sido un año-extraño musicalmente hablando; cada disco que iba descubriendo (y banda nueva) me parecía soso y jamás había una segunda oída. Me sentía un poco perdida cuando todos estos new releases se dejaron venir y ahora estoy feliz. Mi ipod está feliz. Dentro de todas estas buenas cosas, una brilla por su complejidad y belleza incomensurable:
Family Tree, una de las canciones de
Dear Science, el nuevo disco de TV on the Radio.
Segundo acontecimiento que me hizo darme cuenta de que no estoy muerta:
Family Tree de TV on the Radio.
JuanRa siempre insistía en que viéramos
Barry Lyndon. Hoy por fin lo hicimos y no pude haber empleado tres horas de mi tiempo en algo mejor que verla. El tema que me conmovió tanto en el libro de Auster se repetía (no lo diré tan específicamente, no les arruinaré la historia); me di cuenta de lo sensible que soy ante temas de índole paternal... Mientras veía Barry Lyndon sentía que pasaban los años al mismo tiempo que se contaba la historia. Cada minuto era un mes, a veces un año. Lo comentaba con Tat en ese momento: Es como si el tiempo durante toda esta tarde se hubiera adecuado y compaginado con el desarrollo cronológico de la trama.
-Interrumpimos el post porque recordé algo que siempre me han dicho: que hablo y escribo de las cosas "de corazón", pero que técnicamente no sé nada. Eso me dice
mi mejor amigo y eso me dijo un muchacho en una fiesta. El muchacho me invitó una cerveza mientras decía: "Acuérdate de que te invité una chela y escribe un artículo sobre mi banda. Leí lo de Sigur Rós y lo que me gustó es que escribes como con mucho sentimiento aunque no sepas nada de la música en sí misma". Y pensé: Sí es cierto. No sé nada de teoría musical, ni cinematográfica. Mi amigo Alejandro me regaña, pero así son las cosas. No sé nada, pero hablo mucho cuando siento la necesidad de hacerlo. Fin de la interrupción.-
Barry Lyndon tiene una bonita narración y un manejo impecable del tiempo transcurrido. Me atrapó por intrigosa y trágica, por dramática y detallada, por lejana e inasible.
Tercer acontecimiento que me hizo darme cuenta de que no estoy muerta:
Barry Lyndon.
Así, podemos que concluir que contra todos los pronósticos sigo viva y mejor aún: feliz. Me encanta compartirlo con ustedes, pero sobre todo con quien ha sabido apreciar cada uno de los acontecimientos y que estos últimos cuatro, cinco, seis meses ha provocado muchos de ellos.
Todo sería perfecto si no existieran los lunes.